top of page

De interés

REBELIONES DURANTE LA VIDA DEL INCA EN CUZCO

La etapa de la historia que vivió el Inca Garcilaso de la Vega en el Perú no fue una de las más pacíficas precisamente: la reciente conquista de dicho territorio y de los incas – que se sentían invadidos y se sublevaban-  por los castellanos provenientes de la Península Ibérica, así como las luchas de poder entre ellos mismos, que el propio Garcilaso nombró en un de sus obras que estuvo hecha “por la labor del demonio”,  provocó diversos enfrentamientos durante los años más tempranos de la vida del Inca. Con este breve artículo, pretendemos, de manera breve y concisa explicar al lector algunas de las más importantes guerrillas sucedidas mientras que el escritor vivía en América.  

 

 

“Almagristas” vs. “Pizarristas” (1537-1544) - La primera de las guerrillas más importantes que durarían hasta comienzos de la vida del Inca enfrentaría a dos de los más importantes colonizadores españoles: al capitán Diego de Almagro y al, por entonces Gobernador del Cuzco, Francisco Pizarro.

 

El origen de esta guerra se remonta al ajusticiamiento del último Emperador “libre” del Imperio Inca, el rey Atahualpa en 1532. Tras esa ejecución, seguirían siendo nombrados emperadores Incas, pero éstos estarían bajo el total control de los Gobernadores españoles en dicho Imperio. Fruto del descontento indígena por el control absoluto de los españoles de sus acciones y el poco respeto con el que eran tratados, el rey Manco Inca, se levantó – aunque, finalmente, sin éxito – en armas contra los castellanos en el año 1536. Aprovechando el desconcierto causado por los incas, en el año 1537, el capitán Diego de Almagro y sus seguidores, tratando de derrocar a Francisco Pizarro, se levantaron en armas contra este último. Hicieron prisioneros a Gonzalo y Hernando Pizarro y usurpar la gobernación de Cuzco, que por aquel entonces gobernaba el ya mencionado Francisco.

 

En la “Batalla de las Salinas” de 1538, los almagristas serían derrotados y su líder hecho prisionero y ejecutado (1540) por los pizarristas (facción en la que el propio padre del Inca se alistaría en 1541). Sin embargo, poco duraría la sensación de victoria en las tropas del capitán y gobernador Francisco Pizarro, pues poco después, su caudillo sería asesinado por una de las últimas tropas leales a almagro que continuaban con vida.

 

 

“Gran Rebelión de los Encomenderos” ó “Gonzalistas” vs. “realistas” (1544-1548)- El origen de esta lucha interna surgió en 1544, cuando una nueva ley impuesta por el monarca de entonces, el rey Carlos I de España, limitaba la acción de los encomenderos sobre los incas indígenas y que también limitaba los poderes de los “encomenderos”.

 

Como resultado, ciertos encomenderos se rebelarían y causarían unas grandes daños a los que seguían siendo leales al rey, las tropas “realistas”. Como principal capitán de su poderoso ejército, los encomenderos nombrarían a Gonzalo Pizarro (de ahí viene el nombre “gonzalistas”), aunque fue también reseñable el desempeño del ochenta añero Francisco de Carvajal (quien casualmente también estuvo al servicio del ilustre “Gran Capitán” durante su campaña en Italia), que por sus crueles acciones durante el transcurso de la revuelta, se ganaría el mote del “diablo de los Andes”.

 

Por su parte, tras ser cañoneado en su propia casa por parte de las tropas gonzalistas, el padre del Inca, Sebastián Garcilaso de la Vega, se enrolaría en las filas del rebelde Pizarro.

 

Parecía que los gonzalistas iban ganando la batalla a los realistas tras la victoria rebelde sobre el capitán realista Diego de Centeno en la batalla de Huarina (triunfo que fue en su mayor parte debido al buen uso estratégico de la arcabucería por parte del capitán Carvajal. Durante esa batalla – tal y como ciertos testigos asegurarían más tarde en Madrid en el año 1561 en la visita del Inca Garcilaso a las Cortes, el padre de Garcilaso proporcionaría a Gonzalo Pizarro su caballo, “Salinillas” con el que permitió al general Pizarro conservar su vida -), sin embargo, tras la llegada al Perú del señor La Gasca, quien traía la abolición de las leyes que habían causado la discordia, así como la promesa del perdón real a aquellos rebeldes que dejaran las armas, la balanza se inclinaría definitivamente a favor de los que apoyaban a Su Majestad, ya que muchos gonzalistas abandonaron su causa al verse sin motivos para luchar.

 

Efectivamente, tras una última batalla –la de Jaquijahuana - que fue más bien una desbandada en masa de las tropas amotinadas (que, tal y como hizo el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega – hecho por el cual se ganó el despectivo título del “leal de las tres horas” - , se unieron a las tropas realistas) los cabecillas de la rebelión fueron capturados y ejecutados.

 

 

La Rebelión de Francisco Hernández de Girón (1553) es la última de las tres grandes sublevaciones que el Inca Garcilaso viviría en el “Qosqo” – o como el llamó a la ciudad de Cuzco -. El señor Hernández de Girón, se mantuvo fiel al rey durante la “Gran Rebelión de los Encomenderos”, luchando de su parte en alguna que otra batalla. Sin embargo, tras ser derrotado en una de ellas por Gonzalo Pizarro, quien le perdonó la vida, su perspectiva cambió hasta tal punto que empezó a apoyar al caudillo rebelde.

 

Tras la derrota de Gonzalo Pizarro en la batalla de Jaquijahuana, Francisco se refugió en Cuzco, donde gozaba de una notable encomienda. Pese a su buena paga, siempre la encontró escasa, y, eso, junto con otros motivos, le llevó a amenazar al corregidor para que se fuera de Cuzco. Viendo que este último no le hacía caso y junto con otros españoles descontentos, se declaró abiertamente en rebeldía una noche de un 12 de noviembre de 1553, prendiendo y secuestrando al corregidor, a quien se llevó a Lima. (El padre del Inca, alcalde en funciones de la ciudad por entonces, tuvo que ocultarse para evitar que los insurrectos le hicieran seguir el mismo camino que el corregidor).

 

Después de partir hacia Lima y vencer en algunas batallas a los realistas, la Audiencia Real decidió cortar el problema de raíz y el insurgente, así como sus seguidores, fue finalmente derrotado el 8 de octubre de 1554 en la batalla de Pucara. Aunque el cabecilla consiguió huir, fue detenido y llevado a Lima, donde pasaría un corto tiempo antes de ser ejecutado.

bottom of page