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Acerca del autor

BIOGRAFÍA

El Inca Garcilaso de la Vega nació tal día como un 12 de abril de 1539, bautizado con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, en la ciudad de Cusco (Perú). Fue el fruto de la unión entre un noble castellano, Sebastián Garcilaso de la Vega Vargas, y una princesa incaica, que más tarde sería bautizada con el nombre de Isabel Chimpú Ocllo. Ninguno de los dos "enamorados" hablaba el idioma del otro, por esta imposibilidad de comunicación es difícil de suponer que existiera amor entre los dos. De esta unión también obtendría el futuro escritor una hermana: Leonor de la Vega (1540).

 

Al ser sus padres de distintos grupos étnicos, Gómez Suárez fue considerado toda su vida un mestizo, hecho que, ciertamente, le plantearía una serie de problemas durante todo su paso por este mundo. 

 

El joven Gómez Suárez de Figueroa, de cuya educación se encargó principalmente su madre (así como de familiares por parte de la madre), creció rodeado de diversas penurias: durante su crecimiento tuvo que soportar algunas revueltas surgidas entre los conquistadores, como la de los Encomenderos (1544-1548) o la de Francisco Hernández de Girón. Ambas fueron sofocadas por los realistas (las tropas que apoyaban al bando del rey Carlos I); sin embargo, durante la primera de ellas, el todavía joven Gómez Suárez y su familia, tuvieron que sobreponerse al desagradable incidente de ser cañoneados en su casa de Cuzco por las tropas de Gonzalo Pizarro (jefe de los encomenderos).

 

Como añadido, tendría el futuro humanista cerca de diez años, cuando su padre, haciendo caso de una recomendación real - o quien sabe si por librarse de Chimpú Ocllo - contrajo matrimonio con una noble castellana: Luisa Martel (o, en otros libros, Martell) de los Ríos. Como no podía dejar la madre del Inca así como así, arregló el matrimonio de esta última con un caballero español de la baja nobleza, Juan del Pedroche. Como afectaría sentimentalmente este hecho en la vida del Inca, es algo completamente desconocido, pues en sus textos poca constancia deja sobre su vida privada. Lo que sí sabemos es que, después de este incidente, el joven Inca se fue a vivir con su padre, al que ayudó a desempeñar sus cargos, primero de alcalde de Cuzco, y, más tarde, de corregidor.

 

Tras la muerte de su padre, en 1559, el joven recibió a través de su testamento unas 4000 pesos para que, como el difunto capitán había expresado, se fuese a estudiar a España, así como una chacra de coca en Havisca que el Inca dejó a su madre para que gozase de sus frutos durante su ausencia.

 

Así fue; partiendo de Cuzco, el Inca llegó a la ciudad portuguesa de Lisboa (1560), y, tras un breve paso por Extremadura para conocer ciertos familiares paternos, el Inca llegó a la pequeña urbe cordobesa de Montilla (en 1561), en la cual pasaría treinta años de su larga vida, bajo la protección de su tío don Alonso de Vargas.

 

El futuro escritor e historiador cambiaría su nombre (1563) de Gómez Suárez de Figueroa a: Gómez Suárez de la Vega, aunque poco tiempo se presume que le duró "Garcilaso de la Vega", al que más tarde añadiría "Inca", quedando "el Inca Garcilaso de la Vega", como sería conocido posteriormente. Los motivos exactos de por qué se cambió el nombre se desconocen; posiblemente fuera influenciado por su tío (quien era pionero en cambiarse de nombre); posiblemente pensara que Gómez Suárez de Figueroa era un nombre poco apto para un mestizo humilde y desconocido como él, pues el segundogénito de los marqueses de Priego (como señala D. Raúl Porras Barrenechea en su obra “El Inca Garcilaso en Montilla”) se llamaba igual  al; pudo, quizás pensar que con el nombre Inca Garcilaso de la Vega honraba tanto a la familia de su madre, como a la de su padre...

    

Durante su estancia en Montilla se ausentó en numerosas ocasiones, siendo las tres las más significativas de su vida. La primera es su partida hacia Madrid (1561), para solicitar ciertas mercedes en favor de la labor desempeñada por su padre como conquistador de las indias (mercedes que se le negarían al considerarse que su padre salvó la vida a Gonzalo Pizarro durante la batalla de Huarina, al dejarle a este último su caballo 'Salinillas' cuando no poseía corcel) y solicitar un permiso para volver a las indias en 1563 (permiso que se le concedería, aunque nunca llegó a volver a América estando con vida). La segunda (1564) sería la partida del Inca hacia Navarra para servir como soldado en las Guarniciones de dicha región y la marcha del Inca al reino de Italia también para desempeñar labores militares, en un intento, quizás, de mejorar su estado económico (dependía de su tío hasta entonces) o, quien sabe, emular las hazañas de su padre durante la conquista de América. La otra ausencia importante del Inca en Montilla fue cuando decidió participar como soldado en la Rebelión de las Alpujarras (1569-1571) contra los musulmanes, que se habían rebelado debido a una nueva ley impuesta por el rey Felipe II y rebajaba sus derechos y libertad.

 

En cualquier caso, decidió abandonar las armas tras haber igualado el rango militar se su padre: capitán. Los motivos de su decisión repentina de dejar las armas bien pudieron ser varios: muy posiblemente estuviera dolido por la poca consideración en la que se le tenía al ser mestizo o probablemente, en su "precaria" situación económica, se viera ahogado súbitamente en deudas de guerra...

 

Sea como fuere, la muerte de su tío y protector en el año 1570, le hizo volver a Montilla, donde se replanteó lo que quería ser y hacer en su vida y se dedicó al estudio, las escritura y la cría de caballos - ganando alguno de los sementales criados por él algún que otro concurso -. Su tío le otorgó la mayoría de su herencia en su testamento a su esposa, doña Luisa Ponce de León en usufructo, y una vez muriera, dispuso que esos bienes pasaran a su sobrino. Esto provocó una cierta tirantez entre el Inca y la familia de la consorte, tensión, que incluso los llevó a un desagradable pleito sobre la herencia.

 

La madre del Inca murió en 1571, acordándose también de su hijo en su testamento y devolviéndole la chacra de coca que le había dejado antes de su partida a España. El Inca se apresuró a venderla, mejorando así también su capital.

 

En el año 1579, el Inca Garcilaso de la Vega decidió vincularse a la religión, tomando órdenes menores.

 

Tras una temporada dedicándose al estudio y la escritura de pequeños documentos, el Inca decidió hacer su primera gran obra, que consistió en una traducción de los "Dialoghi d'amore" de Judah Abravanel, un filósofo y escritor neoplatónico. La obra de dicho escritor está considerada como una de las más importantes de la época, es por eso que la traducción del Inca tuvo tanta importancia. La versión del Inca fue publicada en el año 1590, (habiendo sido acabada en 1586) aunque fue prohibida por el Tribunal de la Inquisición tan solo tres años después, al considerar este organismo, que la trascripción del Inca no era apta para andar en boca del vulgo. Garcilaso de la Vega acató la decisión dicha entidad religiosa, aunque intentó - sin éxito - que la obra volviera a ser publicada.

 

Hace pocos años, se descubrió que el Inca Garcilaso de la Vega tuvo un hijo con una ama de llaves de la casa de su tío: Beatriz de Vega. Al hijo se le llamó Diego de Vargas y, parece ser que fue sacristán en la Catedral de Córdoba. Al contrario de lo que dictaba la tradición en aquella época, Diego aparece poco en el testamento de su padre, y no es nombrado en sus obras, lo que dificultó en gran medida su descubrimiento. Se cree que Diego nació en el año 1588.

 

A partir de la publicación de su primera obra, el Inca comenzó a ausentarse durante periodos de tiempo irregulares.

 

Una posible explicación para estas repetidas  marchas del Inca es que comenzó trabajar en el que iba a ser su siguiente trabajo: "la Florida del Inca", para lo cual tuvo que contactar con Gonzalo Silvestre, un veterano capitán que residía en Las Posadas (Córdoba), y volvió a ausentarse durante periodos de tiempo más o menos largos de su casa en Montilla.

 

Otra explicación posible para estas repetidas ausencias, que también tiene fundamento, es que volvió a alistarse en el ejército para luchar con la famosa "Armada Invencible", ya que en las listas de esta armada figura un capitán Garcilaso de la Vega.

 

En el año 1591, en Inca Garcilaso decide poner fin a su estancia en Montilla, yéndose a Córdoba (donde compró una casa en la calle el Deán). En la capital de la provincia esperaba encontrar mayor cantidad de documentos con los que añadir información a sus obras o ampliar sus conocimientos. Además, en Córdoba se encontraban diversas personas de interés que podían ayudarle.

 

En la década de 1590, el Inca escribió diversas obras menores, como es la "Relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de Vargas" (1596, aunque publicada en el s. XX). Durante este periodo de tiempo, también aparece el Inca por primera vez en un escrito como 'clérigo'.

 

En el año 1605, la "Florida del Inca" fue finalmente publicada en Lisboa, tras años de recopilar información por parte del Inca y de entrevistar a soldados que formaron parte de la expedición de Hernando de Soto en la Florida.

 

Varios años más tarde, en el año 1609, sería publicada en Lisboa la "obra maestra" del Inca Garcilaso de la Vega: "Los Comentarios Reales". Obra que describe de manera subjetiva la historia de los incas del Perú, así como algunas de sus costumbres, tratando de desmentir crónicas que llamaban bárbaros y brutos a los indígenas de esa parte de América.

 

Y todavía, a su avanzada edad, escribiría el Inca otro libro más: "Historia General del Perú" (como se le viene conociendo en la actualidad), a la que el escritor tituló originalmente "la Segunda parte de los Comentarios Reales", que trata del descubrimiento del y conquista del Perú, así como de las diferentes batallas y guerras civiles entre los propios conquistadores. Sin embargo, el Inca no pudo finalmente admirar su obra ya impresa y encuadernada, pues para cuando esto fue posible en Córdoba en el año 1617, él ya había perecido.  

 

Finalmente, en el año 1616, tras una larga vida (77 años) e incontables aventuras y logros literarios, falleció. En cuanto al día exacto, se desconoce si fue el 22, 23 o 24 de abril, aunque en su lápida de la Capilla de las Ánimas está escrito que fue el 23 de abril. Es ese motivo, junto con la curiosa muerte de William Shakespeare y de Miguel de Cervantes el mismo día, lo que hacen de ese día "el Día Mundial del Libro". Fue enterrado en dicha capilla de la catedral (que él mismo compró y mandó edificar) de acuerdo con sus deseos, con las piernas cruzadas (como en aquella época enterraban a los caballeros que luchaban contra los musulmanes) pero sin pompa alguna.

 

Hace unos años, el rey de España Juan Carlos I, permitió que los peruanos se llevaran parte de las cenizas del escritor a su ciudad natal: Cuzco. Se cumple con ello, el deseo que expresó el propio Inca mientras vivía de volver a Perú y se expresa en su totalidad la condición de mestizo de la que había estado orgulloso el Inca.

 

Tanto “Los Comentarios Reales” como “Historia General del Perú” obras fueron prohibidas desde 1782 (a raíz del levantamiento de Túpac Amaru) hasta 1918, por considerar el entonces soberano de España Carlos III que de ellos aprendían los naturales "muchas cosas inconvenientes".

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